El inicio de la primavera es para muchos el comienzo de una etapa de vitalidad, crecimiento y de amor. Será porque la naturaleza comienza a sacudirse el frío del invierno, los árboles se desperezan y al abrir sus brazos al sol vuelven a poblarse de hojas. Las flores, con su dulce perfume, reaparecen en las ventanas y jardines de todas las casas y la gente puebla las calles con otra energía.
En cambio, cada
21 de Septiembre, Manuel se despierta con el mismo nudo en el estómago, repleto
de ansiedad y emociones contrapuestas que sólo ella logra despertarle.
Esa mañana
amaneció debatiéndose si debía asistir o no, aunque sabía que no tenía opción. Por
más que inventara una fiebre o fingiese una aguda apendicitis, lo terminarían
arrastrando de los pelos.
Con el
estómago cerrado, apenas pudo darle un par de sorbos al café.
Al
ducharse, eligió hacerlo con agua helada. Prefería sentir miles de pequeños puñales
golpeando su piel antes que pensar en lo que vendría. Aun así, no lograba callar
su mente.
Procedió a
vestirse, pero el traje parecía estar hecho de plomo.
El salón
quedaba a 3 cuadras de su casa. 300 metros que parecían más largos que el
Camino de Santiago.
Cuando las
luces se apagaron y la vio salir, se olvidó de respirar. Nunca la había visto
tan bella. Su sonrisa parecía iluminar la sala entera.
-Manuel, al
escenario -se escuchó por el altoparlante y su corazón casi se detuvo.
Sin quitarle
la vista, caminó hacia su encuentro. Al mirarla a los ojos y tomarla de la
mano, los dos sintieron esa conocida electricidad de siempre recorrer sus
cuerpos. Disimulando, sonrieron y posaron para la foto.
Ambos cumplían
15, pero esa noche, la homenajeada era ella.
Consigna: enviar un texto con la forma y el género que queráis de no más de 300 palabras sobre un amor correspondido pero imposible. Link.
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