sábado, 6 de marzo de 2021

Despedida a mi abuela

Hace días que vengo procesando muchos sentimientos que intento hoy poner en palabras.

Desde ese 19 de Septiembre de 2016 en que su compañero de vida abandonó este plano que mi abuela dejó de ser esa Noemí -o abuela Tita como le llamábamos sus nietos- que todos los que la conocimos, recordamos y amamos. Al menos una parte de ella. Bien adentro, en las profundidades de su ser, ella siempre se mantuvo intacta.

Es que este mundo materialista nos empuja a aferrarnos a lo físico, a enfocarnos en lo externo solamente y así perdemos de vista que en realidad, lo más importante es lo que pasa adentro de cada uno y en consecuencia cómo vivimos en relación con el otro.

Estos días fueron un poco eso, una revolución de emociones, pensamientos y recuerdos; de pasado y presente; de reacciones físicas; pero también de una agradable y reconfortante calma. Un sube y baja emocional que me llevó del desconcierto a la indignación; de la poca expectativa a la ilusión y casi de inmediato a la aceptación de lo inevitable; de tristeza y dolor a agradecimiento y mucho amor. De mente a corazón, de cuerpo a lo inmaterial.

Mirando hacia atrás y hacia adentro, reconozco el enorme impacto que mi abuela tuvo en mi vida y en quién soy hoy.

En algún momento de su largo recorrido seguramente entendió que es mejor vivir plenamente, siendo fiel a uno mismo y estando rodeado de familia y amigos, es decir, rodeado de amor.

Tan firme y determinada como cariñosa e incondicional, mi abuela sin proponérselo enseñó a través del ejemplo. Y siempre mantuvo un grado de inocencia que me maravilla y que tan marcado quedaba ante el claro contraste con la personalidad picaresca de Cucú. Un dúo espléndido.

Me quedo con sus risas, sus ojos cálidos, su naricita perfecta, sus cachetes, sus mimos y cómo también le gustaba recibirlos, su energía ilimitada y su amor incondicional.

Cierro los ojos y la puedo ver y escuchar tentada de risa, con cada arruga marcada alrededor de sus ojos y boca. Riéndose con toda la cara y con todo su ser. Siempre arreglada y coqueta, elegante, formal, cordial pero por sobre todo, amorosa.

Agradezco haberla conocido y disfrutado tanto, y haberme sentido tan querido por ella. Fue un privilegio y una enseñanza que valoro muchísimo. Trascender la vida significa vivir en el corazón de las personas que uno toca. Hoy se habrá ido de este plano pero mi abuela sigue viva, adentro mío y de tantas otros, y seguirá vigente en las generaciones que vengan, porque su legado es rico y digno de ser compartido.

Te quiero, Abuelinda.
03/03/2021

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